Acualmente en "atrévete a pensar con libertad"

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miércoles, mayo 20, 2009

Y DE EUROPA, ¿CUÁNDO HABLAMOS?


El arranque de la precampaña electoral, por parte de socialistas y populares, más parece una reválida entre un zapatero que no termina de hundirse, a pesar de tener todo en contra, y un Rajoy que no consigue levantar el vuelo. Ambos, uno maestro del des-gobierno y el otro de la des-oposición, atrincherados en la táctica de dejar pasar el tiempo para, con un poco de suerte, uno renovar como presidente con medidas estériles que disimulen la crisis y el otro esperando que ésta hunda a ZP para alcanzar una presidencia que le niega su carencia como estadista.

Y, aparte de la crisis, parece que no hay más tema que el aborto. No me malinterprete nadie, no es que no sea un tema importante, sobretodo cuando se asesinan en nuestro país más de 110.000 seres humanos al año, y que me perdone Aido, nuestra ministra de (cupo) igualdad, porque un embrión, además de ser vivo, es un ser humano. A modo de ejemplo, el pasado fin de semana Mayor Oreja decía que el gobierno, como medida para frenar la crisis, sólo proponía más aborto. Y yo me pregunto: ¿por qué este adalid de la cultura de la vida no presionó a Rajoy (quien apuesta por mantener la ley actual) para que sacara relucir este tema durante el debate sobre el Estado de la Nación? De hecho, cuando los socialistas anunciaron con anterioridad sus nuevas políticas abortistas lo hicieron con la seguridad de que no encontrarían oposición en dicho debate; asimismo, estoy seguro de que se quedaron con ganas de que Rajoy saliera al trapo para recordarle que fue precisamente Ana Pastor, una de las populares que reprobó a Su Santidad Benedicto XVI, quien aprobó la comercialización, entre otras píldoras abortivas, de la PDD además de la investigación con embriones.

Por cierto, casi todos esos eurodiputados populares, representantes del humanismo cristiano “no practicante”, que votaron a favor del reconocimiento del aborto, los matrimonios homosexuales, el consumo de drogas (…) acompañan de nuevo a Mayor Oreja en la lista popular. Y es que, mientras no existan listas abiertas, el tener un cabeza de lista “católico practicante” es más un adorno floral, para embaucar a votantes de valores, que una garantía de defensa de la vida, la familia y las raíces cristianas de España y Europa.

Pero, entre crisis y aborto, ninguno se decide a hablar con profundidad de Europa, de cómo conciben populares y socialistas la UE y, dentro de ésta, España. Tal vez, la ausencia de diferencias, es lo que aleja el debate. Recordemos que los dos apoyaron la constitución Europea y (su calco) el tratado de Lisboa. Tratado que entre otras cosas limita la independencia legislativa de los estados que la forman (más del 70% de las leyes que ya se aprueban en España provienen de Europa y son redactadas por una comisión no elegida democráticamente) y que apuesta por potenciar la Europa de las Regiones, para debilitar la soberanía nacional de sus miembros, como paso previo a la construcción de un Estado Federal (de ahí que también los partidos nacionalistas apoyaran dicho tratado).

Y mucho hablar de economía nacional pero, de defender los intereses económicos de España, ni hablamos. Para qué renegociar nuestros acuerdos económicos con la UE, con la “buena salud” que disfruta nuestro tejido industrial, nuestra agricultura o nuestra pesca.

Claro, se me olvidaba, lo único importante es echar a Zapatero y salvar a Rajoy (o viceversa), de nuestro futuro y el de nuestros hijos ya hablaremos…

miércoles, diciembre 31, 2008

SEMBRADORES DE ESPERANZA.



Durante los años 80 formé parte de un grupo de jóvenes pro-vida en Granada. Recuerdo, con asombro, que apenas diez chiquillos con una edad media de 16 años colaboramos de manera activa, y por qué no decirlo, imprescindible, en la organización de las movilizaciones en contra del proyecto de ley de despenalización del aborto. Sin el trabajo de calle, la pegada de carteles y pegatinas, el reparto de octavillas, etc. la gran labor de organización de nuestros mayores no se hubiera traducido en las multitudinarias manifestaciones que respaldaron el “Sí a la vida”.

A pesar del gran esfuerzo de todos los que formábamos el movimiento pro-vida, a lo largo y ancho de España, perdimos. Pero perdimos algo mucho más importante que la primera batalla por la vida, perdimos la ilusión. Porque el motor que siempre ha movido a los jóvenes ha sido la ilusión, la ilusión de ver realizados sus ideales. Vimos cómo, a pesar de tanto esfuerzo, de congregar tanta gente en la calle, no pudimos hacer nada por evitarlo, y tiramos la toalla. Sí, yo también fui uno de esos que salió en desbandada del movimiento pro-vida, cansado, desanimado y derrotado por la desilusión.

Por suerte no todos hicieron lo mismo, los pocos grupos pro-vida que quedaron siguieron trabajando, aunque sin aparentes resultados, por el camino correcto: no trabajaban poniendo la meta de su esfuerzo en los resultados a corto o medio plazo sino en el cumplimiento del deber moral de defender la vida.

En el 2003 conocí el proyecto político de
Alternativa Española, un proyecto que sin complejos giraba entorno a la defensa de la vida, la familia, las raíces cristianas y la unidad de España, un proyecto, que en definitiva, defendía los principios y valores en los que yo siempre había creído. Pero seguía aquejado de esa enfermedad que corroe el alma e inmoviliza el cuerpo: la desesperanza. En el fondo, seguía pensando que no merecía la pena esforzarse por una causa, por muy justa que fuera, si no contaba desde su nacimiento con posibilidades reales de éxito.

Mi cambio, en la manera de ver las cosas, no llegó hasta la lectura de la “
Nota doctrinal sobre algunas cuestiones relativas al compromiso y la conducta de los católicos en la vida política”, del entonces Cardenal Ratzinger, que me hizo ver con claridad que todos tenemos la obligación moral de intentar cambiar el mundo, poniendo los talentos que Dios nos ha dado en depósito, al servicio del bien común.

Pero la principal lección que aprendí es que Dios no nos pide sacar tal o cual proyecto adelante, sino que nos esforcemos simplemente en intentarlo con todas nuestras fuerzas; como alguien me enseñó hace tiempo: nuestra obligación es sembrar, de recoger se encarga Dios. Sólo de Él depende que veamos o no los frutos de nuestro trabajo; pero una cosa es bien cierta si no sembramos hoy, mañana nadie podrá recoger. Ese es el principal valor con que cuenta AES.

Porque la principal meta de AES no es cambiar las cosas sino sembrar la esperanza, la esperanza en que las cosas pueden cambiar.

martes, julio 08, 2008

EUROPA SÍ, PERO NO ASÍ.


El pasado día 26 de Junio, España se jugaba su futuro en Europa, además de en el campo de fútbol, en la carrera de San Jerónimo. Entre tanta alegría y fiesta por la goleada a Rusia, que nos permitía tras 44 años soñar con ganar la Eurocopa, pasó inadvertida la ratificación del Tratado de Lisboa por el Congreso de los Diputados.

Es curiosa la prisa con que socialistas y populares han encontrado el consenso necesario para ratificar dicho Tratado, copia en un 90% de la Constitución Europea rechazada por franceses y holandeses, a pesar del NO irlandés del 12 de Junio y de la negativa de los presidentes de Polonia y República Checa a ratificar el tratado, mientras Irlanda no lo apruebe.

Aunque en su día, socialistas y populares, apostaron por el a la Constitución Europea, no tiene sentido aprobar un Tratado que, para entrar en vigor, ha de ser ratificado por todos los países miembros de la UE y que ya cuenta con el rechazo de uno de ellos.

Por otro lado, y por miedo a nuevos rechazos, el sistema elegido por la mayoría de los miembros comunitarios es la ratificación por sus parlamentos, con la única finalidad de aprobar sin oposición un tratado impuesto por la casta política europea; una casta, formada por un conjunto de burócratas, que han privado a los ciudadanos europeos de su derecho a participar en la redacción de este tratado (no hemos votado una cámara constituyente), y a los que han despojado de su soberanía al no someterlo a referéndum.

En cuanto a su contenido, socialistas y populares, los unos desde su laicismo anticristiano y los otros desde su neoliberalismo agnóstico,
nos han colado unos cuantos goles en propia puerta: la traición al pasado cristiano de Europa, la imposición del relativismo, la desprotección de la vida humana (aborto, clonación, eutanasia...), la discriminación (positiva) por orientación sexual, el minar los conceptos de matrimonio y de la familia, el imponer la educación laica, la pérdida de la soberanía...

Ante una situación como ésta, de indignación e impotencia, se corre el riesgo de caer en la tentación de tirar la toalla, desentendernos y pasarnos a las filas de la indiferencia y la abstención; postura que solamente beneficia a este nuevo despotismo ilustrado, fiel a ese todo para el pueblo, pero sin el pueblo, que nos mal gobierna.

La única manera de frenar la construcción de una Europa a espaldas de los ciudadanos es votar, en las próximas elecciones europeas, a quien de verdad defienda los intereses de España y los españoles en el Parlamento Europeo.

viernes, julio 06, 2007

Familia, Zapatero y otras incompatibilidades.


José Luís Rodríguez Zapatero ha conseguido sorprendernos a todos con una medida encaminada a fomentar la natalidad en España. Pero, ¿qué hay detrás de esa ayuda directa de 2500€ por cada hijo nacido o adoptado en España?

Es de todos conocidos el aprecio de nuestro Presidente, y de sus socios, por la familia; así que nadie tendrá dudas de que, cuando afirmó en el Debate sobre el Estado de la Nación que: “España necesita más familias con más hijos para continuar con el proceso alcanzado en los últimos tres años” y que “las familias necesitan más apoyo para estos hijos y más recursos para criarlos”, estábamos ante un “anuncio estrella” encaminado a desviar la atención de la pésima gestión del ejecutivo en asuntos, tan graves, como la negociación con ETA, el atentado en el Líbano, la prometida y pendiente reforma fiscal, la desintegración de España vía reformas estatutarias, la incipiente crisis económica, etc.…

Lo primero que tendríamos que plantearnos es por qué ahora y no hace tres años. Mejor aún, por que no cumple la promesa electoral del PSOE en el 2002 ,en que se comprometieron a dar 3000 € y 6000 € por el segundo y tercer hijo respectivamente. O, por qué, la pésima gestión económica del gobierno ha permitido una subida asfixiante de los intereses hipotecarios, mientras las familias perdían su poder adquisitivo. O, cómo, si está por la labor de promocionar la natalidad, ha legislado a favor de la investigación con embriones humanos o ha mantenido la ley del Aborto, ley que ha conseguido, desde su aprobación, que se asesinen un millón de seres humanos en España. Claro que, en todos estos temas (excepto en el de los intereses), la Oposición, cuando gobernó, hizo más o menos lo mismo.

Luego tenemos todas esas leyes encaminadas a acabar con la familia. Como la ley del Divorcio Express que ha favorecido que actualmente de cada cuatro matrimonios, tres acaben en ruptura familiar. La ley del matrimonio homosexual, que ha equiparado en derechos dos realidades totalmente distintas, tanto en su composición como en sus aportaciones positivas a la sociedad, incluida, entre éstas, la natalidad. Así como ese intento de impedirnos dar la formación moral y religiosa que queramos para nuestros hijos, mediante la tan conflictiva asignatura de Ecuación para la Ciudadanía que, de manera totalitaria, pretenden imponernos mediante amenazas; negándonos, incluso, nuestro derecho constitucional a la Objeción de Conciencia.

La familia es uno de los pilares de la sociedad, pilar que, necesariamente, tienen que eliminar los que se dedican a la llamada ingeniería social, que persigue transformar la sociedad tradicional mediante su sustitución por otra formada exclusivamente por seres individualistas y hedonistas, fácilmente manipulables por quien tenga el poder.

Entre las ayudas que necesitan las familias españolas, por supuesto, están las económicas. Están necesitadas, desde hace varias legislaturas, de un amplio paquete de medidas que equiparen las ayudas españolas a las que existen en Europa, y, aunque a nadie le amarga un dulce, lo que no necesitan son regalitos encaminados a comprar sus votos. Pero, lo que las familias españolas verdaderamente necesitan, es que la sociedad reconozca que, la familia, asentada sobre el matrimonio único entre un hombre y una mujer por amor abierto a la vida, entre todos los tipos de uniones que existen, es la que más aportaciones positivas tiene para la sociedad; y, dicho reconocimiento, en forma de contraprestación, traerá las necesarias ayudas; porque, la sociedad que valora y ayuda a la familia, se ayuda a sí misma.